“El reformador auténtico
no es el que cambia las instituciones y trae nuevas constituciones; es aquel
que despierta las conciencias, es aquel que despierta las conciencias, es aquel
que da sentimiento de Lo Serio, que pone de nuevo en honor al Ideal, el Yo debo
y Tú debes, las exigencias morales y religiosas y se pone y se expone por el
mismo hecho al martirio. Lo que este tiempo necesita no es un genio –los ha
habido de sobra- sino un mártir; un hombre que para enseñar a obedecer obedezca
él mismo hasta la muerte, un hombre al cual ellos diesen la muerte a causa de
su Causa; porque tendrían miedo de ellos mismos, el día que lo aniquilaran y
triunfaran sobre él.”