domingo, 15 de marzo de 2015

¿Somos “un accidente, un producto fortuito del azar”?


Ente las grandes preguntas que se hace el hombre, está aquella del origen del Universo. ¿Cuántas veces hemos escuchado la respuesta fácil de que el Universo -y todo lo que existe en él- es el producto de un accidente fortuito? Junto con la afirmación de que es un hecho que descendemos del mono, es una afirmación constante que suelo escuchar muy a menudo.

Una de las cosas por las que se caracterizan los que sostienen esta cosmovisión atea y materialista del Universo, es la incoherencia y la falta de lógica en su pensamiento. Veamos. Por un lado, se aferran con una fe ciega a los científicamente comprobable, empírico, racional, pero por el otro, hacen un acto de fe ciego en creer lo que no pueden comprobar con la ciencia, mediante el mismo método científico empírico racional (la evolución de los seres vivientes es un caso también). Estos, que ven al dios azar” como “creador” del Universo, caen, por sus propios argumentos, en un acto de fe: yo creo (sin prueba alguna) que el Universo salió de la nada por mero azar.

A continuación, copio un fragmento del gran apologista inglés C.S. Lewistomado de su libro “Lo eterno sin disimulo”, que refuta el argumento del azar, demostrando lo ilógico del pensamiento ateo materialista:

Pregunta 6: El materialismo y algunos astrónomos indican que el sistema solar y la vida tal como la conocemos se originó por una colisión astral fortuita ¿Cuál es la opinión del cristianismo sobre esta teoría?

Lewis: Si el sistema solar se hubiera originado por una colisión fortuita, la aparición de la vida orgánica en este planeta sería un accidente. De ser así, nuestros actuales pensamientos son meros accidentes, el subproducto fortuito del movimiento de los átomos. Y esto vale igual para los pensamientos (los de los materialistas y los astrónomos) son subproductos accidentales, ¿por qué tendríamos que creer que son verdaderos?
No veo ninguna razón para creer que un accidente podría darme una estimación correcta de los demás accidentes. Es como suponer que la figura accidental que forma al derramar un jarro de leche nos proporciona un juicio correcto acerca de cómo se hizo el zumo y por qué se derramó.

C. S. Lewis, “Lo eterno sin disimulo” pág. 46, Ed. Rialp S.A., España, 1999.


Lo cual, más o menos, vendría a significar:
Ateísmo 
La creencia de que no existía nada y de que a la nada no le pasaba nada, hasta que nada mágicamente estalló sin ninguna razón creando todo, y luego un montón de todo mágicamente se organizó sin ninguna razón en pedacitos autoreplicables que después se convirtieron en dinosaurios. 
¡Tiene sentido total!